En las cobayas se puede detectar una enfermedad a través de sus ojos. Una cobaya saludable presenta unos ojos brillantes y un poco húmedos. Los ojos hundidos y secos o los ojos llorosos nos indican la presencia de una enfermedad, y es a partir de este momento que debemos estar muy alerta. Observa si tu cobaya tiene los ojos pegajosos o los orificios de la nariz taponados porque pueden ser el inicio de una enfermedad. También es importante asegurarnos que en la zona de alrededor del ojo no existan costras.
Las cobayas al igual que los conejos son roedores y por ello es muy importante ir controlando el crecimiento de sus dientes, los incisivos superiores e inferiores deben tocarse para que se desgasten tal como es debido. Si por el contrario crecen en sentido paralelo, les crecerán demasiado y les imposibilitará comer correctamente lo que les puede comportar problemas de mala alimentación y por tanto de salud.
Por último debes observar la parte “desnuda” inferior de las patas delanteras y traseras de tus cobayas. En estas zonas se pueden crear infecciones, costras o ulceraciones difíciles de curar, por ello recomendamos controlar esta zona de forma habitual por si existiera alguna infección y poder detectarla al principio.
Las cobayas muy pocas veces se ven atacadas por las lombrices, ni tampoco por las pulgas o los piojos, con lo que puedes descartar muy rápidamente si estas no son las situaciones que puede padecer tu cobaya.
En cambio los malófagos aparecen más a menudo. Estos son insectos de no más de 6 milímetros de longitud que se colocan en la piel de nuestras cobayas y pueden producirle afectaciones importantes. Su transmisión suele suceder por contacto.
Un remedio muy eficiente es aplicar unos polvos, y en los casos más resistentes pueden utilizarse unos baños a base de preparados antiparásitos recomendados por el veterinario.
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